Los años de la Reforma Universitaria, allá por 1918, fueron el escenario en el que las ciencias sociales, entonces humanas, comenzaban a ser parte activa de los procesos sociales. La constitución del Estado Nación, el masivo proceso migratorio, el avance de la educación, la creciente urbanización, la “primera” democratización del poder, constituyen problemáticos procesos que entre otros impulsan una transformación que afectará la vigencia de los cerrados parámetros sobre los que se erigía el orden social. La democracia y la autonomía, símbolos constitutivos de la llamada “Reforma del 18”, apuntan en su ineludible vínculo, a la apertura de esa sociedad de claustros que reducía la posibilidad del conocimiento a las creencias y a las jerarquías.
Las ciencias sociales comenzaban en aquellos primeros tramos de la sociedad capitalista, a enfrentar cuestiones cuya complejidad era ya inabordable desde las simples relaciones causa efecto. No pasarían muchos años para que el desarrollo de la interdisciplina comenzara a abonar la construcción de las ciencias sociales, dando paso al desarrollo de epistemologías y métodos desde donde asumir la tarea de desbrozar y de reconstruir, la sobredeterminación significativa que es propia de los procesos y problemáticas sociales contemporáneas. En esa línea una cuestión fundamental de su desarrollo reside, aún al presente, en la persistencia de cierta controversia entre enfoques estructurales y subjetivistas, la cual se relaciona con la posibilidad de pensar la complejidad de los procesos de reproducción y transformación del orden social.
En síntesis el desarrollo de las ciencias sociales ha sido impulsado desde aquellos años en el contexto fuertemente contradictorio del Siglo XX, pudiendo decirse que se encuentran hoy en condiciones para abordar con rigor científico el conocimiento de la sociedad, la política, la comunicación, la economía, la cultura, la educación o el trabajo.
Celebrar el centenario en 2018 de aquella Reforma, significa celebrar la capacidad de transformación de la acción humana, efecto y a la vez una de las causas del desarrollo de las ciencias sociales. Ello está asociado, sin duda, a un explícito reconocimiento en el plano institucional, lo cual en el caso de la Universidad Nacional de Córdoba ha dado lugar a la creación de la Facultad de Ciencias Sociales y a su interior a la puesta en marcha de las carreras de Sociología y Ciencia Política, saldando así una deuda que nuestra Universidad tenía con la ciencia social, pero fundamentalmente con la sociedad.
La Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Córdoba convoca en dicho marco, a su Primer Congreso Nacional bajo la denominación “Las ciencias sociales a 100 años de la Reforma universitaria”, con el fin de propiciar un espacio de encuentro, reflexión y debate acerca de cuestiones tales como las siguientes:
– Los vínculos conflictivos que caracterizaron la relación entre las ciencias sociales y la universidad pública en nuestro país y en la región en el largo y difícil trayecto de su institucionalización;
– La posible actualidad de los principios de la revuelta reformista en el decir y el hacer de unas ciencias sociales críticas y resistentes a las diversas formas de burocratización y reduccionismo que las acechan;
– El reconocimiento de las preocupaciones teóricas, metodológicas y políticas que atraviesan la labor de los investigadores, docentes, estudiantes y administrativos (no-docentes) en las universidades contemporáneas.